
(Viñeta de Andrés Rábago, publicada en El PAÍS, en los primeros días de 2007. Lúcida e inteligente mirada a un tema que desgraciadamente sigue siendo actualidad.)
El otro día despertamos con la noticia de que un coche bomba terminaba con la vida del inspector de policia Eduardo Puelles García . Otra muerte más que añadir a la tétrica lista del terrorismo que a mi me deja perplejo. Después y como siempre, los actos institucionales de rigor, la propaganda gratuita de estos lamentables acontecimientos y las procesiones de semana santa de siempre , que seguramente hará brindar a los responsables con champán.
Personalmente siempre me pregunto si los que planifican estos atentados realmente tienen algún código inquebrantable y sagrado que defender a toda costa. O es que por el contrario no saben vivir de otra forma… ¿Son adictos al dolor ajeno? ¿Les va eso de estar en primera página de todos los diarios? ¿O realmente luchan por un idílico estado de bienestar al no poder sostener esta cruz de vida que les ha tocado vivir?
No soy experto en el tema, pero por lo que tengo entendido ETA nació para luchar precisamente en contra de lo que ahora representan. Incluso en sus orígenes tenía algo de heroico y pudieron llegar a tener sentido.
¿Qué queda de todo aquello? Pues a mi me da la sensación de que ya que te pones y tienes el tinglado montado, pues diversificas tu actividad, por eso de aguantar cuando acabe el ciclo de bonanza opresiva (a la que hay que combatir a capa y espada) y prepararte para cuando ésta entre en crisis y escasee (es decir, la democracia…) dedicándote a “otras cosas”. No se, me intriga muchísimo.
Pienso que aunque vivamos en un estado llamado de bien-estar mediante el modelo democrático (monarquía parlamentaria, recordad; D. Juan Carlos es tan campechano que nos deja incluso hablar) , nunca seremos libres ,; ni viviremos mejor que una tribu del amazonas. Pero no llego a entender cuales son los terribles motivos que pueden llevar a estas personas a cometer estos actos. No creo que su situación esté tan al límite como la de los kamikaces que se inmolan para alcanzar el reino de los cielos, allá por tierras de talibanes y guerras santas. No me lo creo. Me encantaría poder sentarme en una mesa con uno de ellos y que me explique con serenidad cual es verdadero problema.
A nosotros nos llega la información que nos llega y nunca tendremos una opinión fundada sólida de tan sórdido asunto. Leeremos artículos de opinion como la de Alfonso Sastre en el Diario Gara (que hace una inquietante comparación entre la prosa y la política mala, haciendo alusiones a la búsqueda de la verdad que ya encontraron en su día Chaves y Fidel, cual pastores de cualquier iglesia evangélica) y nos invadirá un terrible escalofrío de arriba abajo. ¿Cuál es el problema? ¿Me lo va a explicar alguna vez alguien?
Pues eso…