martes, 25 de agosto de 2009

EL EFECTO LUCIFER



¿Quién no ha tenido o tiene un compañero/a de trabajo que cuando consigue ascender posiciones pasa descaradamente de ser Sméagol a Gollum? Creo que esto es algo universal y que todos hemos podido contemplar alguna vez. Siempre me ha llamado poderosamente la atención. Pero es que ahora este fenómeno tiene nombre. ¡¡Y que nombre!! ¡¡El Efecto Lucifer!!

Si señoras y señores, por fin un estudio pone las bases de lo que da miedo de verdad, de lo que realmente le importa a Satanás. Siempre lo he dicho: me sentiré infinitamente más seguro en un bar con cucarachas por el suelo, posters de Ozzy Osbourne, peludos y punkies con tachuelas, cuero a borbotones , humo por todas partes, holor a kalimotxo y música peligrosa sonando ; que en una reunión de ejecutivos con traje y corbata, tomando un cóctel en un idílico local de moda. Siempre me ha dado muchísimo más mal rollo esto último. Y no sabéis cuanto...

En el 2.004 , el doctor en psicología Iñaki Piñuel publicó un libro sobre mobing empresarial titulado JEFES TÓXICOS Y SUS VÍCTIMAS. Este experto ya hablaba en este libro sobre “los daños que el neomanagement ocasiona: las enfermedades del estrés, la adicción al trabajo, la indiferencia mutua, la caída de los valores, la alienación o el síndrome de supervivencia.”

Recientemente los medios de comunicación se han hecho eco de las conclusiones de los expertos en la materia. Todos coinciden: poca gente puede escapar de caer en manos del Efecto Lucifer , si se pelea constantemente por trepar y al final se consigue. Y es que curiosamente este efecto no viene dictado por las altas esferas , sino que nace de ellos mismos; según concluyen los expertos.

Pero ,¿de donde viene todo esto? Según afirman los sabios en la materia, el responsable es el miedo. Es sabido que cree el ladrón que todos son de su condición, pues aquí igual. Todo esto es el fruto de una conducta paranoide. El terror que supone estar pensando constantemente que te cuestionan o amenazan, pues deriva en adoptar conductas maléficas.

Y es que el grado de maldad al que puede llegar el ser humano no tiene límites. El Experimento de la Cárcel de Standford ya puso luces y sombras sobre este asunto.

Así que, cuidado amigos: valoren cuidadosamente el precio a pagar de determinados “logros” sociales. Yo lo tengo cada vez más claro: si a la hora de ascender y adquirir responsabilidades empiezo a notar el picor de los cuernos al salir de mi cabeza, prefiero quedarme como estoy. Dulce "Fracaso" , ¡¡ni se te ocurra abandonarme!!

1 comentario:

bjone dijo...

Cuanta razón. Larga vida al calimotxo.